El parto suele ser la primera experiencia fuertemente física que se conoce en la vida y supone un reto a muchos niveles. Debido a la naturaleza intensamente física del nacimiento, la respuesta al estrés y el sistema nervioso autónomo pueden activarse. Los estados de lucha o huida y los estados emocionales fuertes pueden activarse durante la experiencia del nacimiento, especialmente si hay una sensación de desconexión de la madre y si el proceso es abrumador en cierto modo. Algunos aspectos clave son:
Movilización simpática
Una respuesta de movilización simpática puede inundar el sistema del bebé. Puede producirse cualquier reacción de miedo, ansiedad, ira y rabia. El bebé puede quedar en un ciclo que va desde estados de alerta activa hasta estados de excitación simpática. He trabajado con bebés cuyos músculos estaban crónicamente tensos, incluso espásticos, debido a este efecto. Pueden tener dificultades en la creación de vínculos y en el apego, y pueden manifestar procesos de apego inseguro, comúnmente escenarios de apego ambivalente o evitativo.
Activación del parasimpático dorsal
Si el bebé está realmente abrumado por la experiencia del nacimiento, puede activarse una respuesta disociativa parasimpática que le lleve a estados de retraimiento y congelación. Estos bebés pueden no ser detectados inicialmente como necesitados de ayuda. Suelen dormir mucho, se alimentan bien y no dan problemas. Sin embargo, pueden tener dificultades para orientarse hacia la madre y mostrar un apego inseguro, a veces de tipo “desorganizado/desorientado” (disociativo). Más adelante en la vida pueden manifestar déficit de atención o trastornos del aprendizaje y pueden tener dificultades para establecer relaciones.
Conexión materno-infantil
Durante el proceso de nacimiento, la conexión del bebé con la madre se ve afectada. La madre está viviendo su propia experiencia y es muy posible que se produzca una desconexión si la madre o el bebé están abrumados. Si el bebé y la madre están conectados psíquica y emocionalmente durante el parto, pueden actuar de forma cooperativa durante el proceso. Se produce una conexión en la que el bebé percibe las contracciones y los pujos de la madre y los aumenta empujando con sus piernas contra las paredes del útero. En esencia, trabajan juntos mientras se desarrolla el proceso. Si se produce una desconexión entre la madre y el bebé durante el proceso, éste puede adoptar por defecto una postura de oposición. Puede actuar en oposición al proceso de parto de su madre. Por ejemplo, el bebé puede resistirse a los empujones de la madre o empujar contra ella. Esta postura de oposición (estrés transmarginal) puede marcar la pauta de las interacciones posteriores entre la madre y el bebé.