La mayoría de la gente no reconoce la sensibilidad o la inteligencia del niño que va a nacer. Esto es una gran tragedia, ya que el prenato es un ser consciente y receptivo que percibe su mundo, metaboliza e interioriza la experiencia y toma decisiones al respecto. El prenato se protegerá de los impactos dolorosos o estresantes y responderá y tomará forma en relación con ellos. Esta ceguera ante la sensibilidad más básica e intrínseca, y nuestra confusión al no percibir la belleza de la inteligencia prenatal, deja al prenato en una posición extremadamente vulnerable. En su sensibilidad y apertura, los prenatos y los bebés pequeños están especialmente en sintonía con su entorno relacional y se ven fácilmente abrumados por la falta de estimulación, la ignorancia de sus necesidades básicas, la falta de atención, la falta de respuesta, la percepción de peligro y las emociones abrumadoras en el campo que les rodea.
En los últimos treinta años se han acumulado muchas pruebas que demuestran que los prenatos y los bebés son conscientes de su entorno y registran y responden a sus experiencias sensoriales. En el pasado, la medicina ortodoxa y la psicoterapia han creído en gran medida que los bebés y los prenatos no podían recordar su experiencia ni percibir y responder a las dificultades en el útero o durante el proceso de nacimiento. Sin embargo, la investigación ha demostrado que los niños pequeños pueden recordar su nacimiento y su experiencia en el útero. La investigación también ha demostrado que los bebés en el vientre materno responden a los ruidos fuertes, a la presión incómoda y a las emociones maternas fuertes. He visto un vídeo asombroso de un prenato de ocho semanas empujando una aguja de amniocentesis. Se han realizado investigaciones que demuestran que los bebés recuerdan la música que se les ha puesto en el vientre materno y también aprenden a orientarse con la voz de la madre en el útero. También se ha demostrado que los procesos de vinculación y apego comienzan en el útero, no sólo después del nacimiento.